“Si puede ser escrito o pensado, puede ser filmado.”
Stanley Kubrick
Los años noventa. ¡Vaya época! Se quiera, o no, es temporada de millennials, ya saben, eso de jóvenes libres, monopatines, MP3, Altavista, módem telefónico, Nirvana, Street Fighters. Una década finisecular que empieza con guerras y continúa con cambios políticos, que en realidad, trae sin cuidado a esa generación.
Así Mid90s, (2018) la nueva y primera producción de Johan Hill, es lo menos que se esperaba de un actor (y ahora director) que junto a Adam Sandler, Rob Schneider, y hasta Matt Damon, añoran esos mismos años y toda su icónica industria: Pac-Man, la gaseosa Fanta, los Walkman, Aerosmith, los post-it, El Club de la Pelea, el grunge, el apocalipsis y 1990 exposiciones más.
Un drama de ochenta y cuatro minutos protagonizado por una panda de amigos de un suburbio de Los Ángeles cuyo estilo de vida recuerda series animadas como ¡Oye, Arnold! y Ed, Edd y Eddy, y donde se retrata la difícil adolescencia de Steve (Sunny Suljic) y su nuevo grupo de amigos, unos skaters desadaptados, pero graciosos, sin ley y sin dios.
Una película que versa sobre la búsqueda de identidad, las relaciones familiares, los sentimientos, la rebeldía, aunque el eje central sea el eco de una generación que busca su estilo, crecer sin la tutoría paterna, (o materna) y prepararse para la etapa de ser joven adulto, o aburridamente adultos.
Al ver este drama con tesón y tiempo, surgen inquietudes tales como ¿es esta película una representación de la vida misma de Johan Hill? O ¿ es solo una remembranza de esa bella época pre centennials? ¿Una catarsis fílmica? ¿O un preterismo a lo Adam Sandler?
Cualquier respuesta es una mera conjetura.
Lo único cierto es que el Festival Internacional de cine de Toronto y Rotten Tomatoes hicieron lo suyo: El festival, aclamó el rol de Hill como director y el opinómetro, explotó con varios comentarios sobre esta primicia grabada en formato de televisión de cuatro tercios (4/3). ¿recuerdan la serie “Los años maravillosos”? Bien, la presentación es similar.
Una técnica de grabación que sin duda nos transporta, como en una cápsula del tiempo, a mediados de los años noventa, esa época que se fue, y que se convirtió en la antesala de lo que vendría después: el auge de la Internet, las redes sociales, el enjambre de la web y la despersonalización de las relaciones humanas.
Hoy, consecuencias irreversibles de un siglo con mucha información, pero poco conocimiento; muchos seguidores, pocos amigos; mucho entretenimiento, y escasa felicidad. Por eso Hill quiere mostrarnos ese estilo de vida del pasado.
El periodista Karl Krauss había dicho que la meta de la humanidad es el origen, es decir, regresar a esos momentos cuando se descubría el mundo a través de las relaciones, la cultura, la cadencia de los sucesos mundiales, el vivir por el vivir.
Por ello es que toda película es una antropología, o mejor, una forma de mostrar las posibilidades de lo que podemos ser o hacer y con Mids90, estamos con ese mundo recreado que sugiere esa vuelta de tuerca, ya que este drama, y por qué no, esta comedia, es hilarante y no decepciona al cinevidente.
¿Y qué razones tiene para este mérito? O ¿Cuál es su diferencia con Lady Bird, o las producciones millennials de Greta Gerwig? Pues el plus, o lo que pretende el director es precisamente eso, dejar a un lado los efectos especiales y mostrarle al corazón lo que los ojos ya no pueden ver, me refiero, a esos momentos que no regresarán, pero que Johan Hill, nos los trae, de manera idealista, o ficticia, por medio de la pantalla grande, el lenguaje, la forma de vida, los desencantos, y el vértigo de esa etapa finisecular de fin de siglo.
Deja una respuesta