Amazona es una película extraña, pero tiene una idea de fondo: un ajuste de cuentas materno. La increpación de unos hijos hacia una madre (Valerie Meikle) que prefirió seguir sus sueños en vez de ser parte de la cadena protectora de maternidad, hogar, cuidado y desarrollo.
Como sucede cuando miramos hacia atrás en la historia, y dándole la razón a los filósofos, no se puede juzgar los valores del presente comparándolos con los del pasado. Los años 60 y todo lo que representó hasta el 68, era la vida de una muchedumbre de jóvenes que buscaban la libertad, el amor libre, la aventura, el vivir por el vivir, sin ataduras más que realizasen como seres humanos. El Carpe Diem.
Esta mujer eligió, y a juzgar por este documental, esta sola y abandonada entre las malezas del Putumayo colombiano y no parece necesitar nada. Solo vive de sus recuerdos, o de las imágenes vivas de ese tiempo cuando recorrió el mejor país verde del mundo, según ella. Sería gracias a una relación con un aventurero, que se retiraría a una vida serena, entre anacondas, mosquitos y calor húmedo en el sur de Colombia. Luego aparecerían las cámaras, las entrevistas, las escenas caseras, donde una hija muestra a una madre envejecida que aún cree vivir en Vineland, o el paraíso sobre la tierra.
Pero como en todo paraíso, no hay vida libre sin transgresión.
Así, este film también es la historia de una culpa: una hija muerta (Carolina) y desaparecida en la tragedia de Armero que sujeta a esta tierra a Valerie. Dos de sus hijos adolescentes que emigran a Londres dándole espacio a su madre para realizar sus correrías en Colombia: Diego Weiskopf, el único hijo varón que desemboca en el oscuro mundo del antiguo Bronx en la capital; y Clare Weiskopf, la hermana entre todos, que formaliza un hogar, y busca una especie de redención al crear una película para investigar por qué su madre no se dedicó a sus hijos.
Esta es una película fuera de lo común, y que impacta, ya que rodar en la selva requiere mucho sacrificio, técnica filmográfica, encuadres, etc. Además de la creatividad que implicar elaborar un guion casero que produzca como resultado la historia de una inglesa civilizada que se convirtió en una amazona recluida y apartada del mundo.
Las originales amazonas no tenían un seno, esa parte del cuerpo que necesitaba ser extirpada para poder tensar el arco con más eficacia y Valerie tampoco lo tiene. No hablo de un seno físico, sino que, en Valerie, esos senos ausentes son sus hijos. Esos que no están, ni estuvieron en su empresa aventurera de conocer Colombia, atraída por la idea de libertad, vida libre y felicidad personal.
Si tuviera que hacer una crítica (y en efecto la hago como espectador) diría que es esta una película hecha por medio de Crowdfounding, lo cual es ya un gran logro; el sonido ha sido elaborado con las uñas; posee originalidad en los diálogos que le da un realce aventurero; y las escenas naturales de nuestros paisajes son simplemente deslumbrantes. Casi que cuadros fieles, a los mismos paisajes que vi cuando estuve por esos lugares del país.
No hay duda de que estamos ante una producción suecada, lo cual no significa que sea mala, por el contrario, los esfuerzos por transmitir una historia de una mujer abandonada en las selvas del Putumayo son valiosas y se asemejan a esas producciones de aventureros ingleses, deseosos de conocer el mundo y que, al volver, no habían cambiado un ápice.
Es mi mirada, aunque los invito a ver el documental, por si no lo han hecho.
Ficha Filmográfica
Titulo original: Amazona
Colombia, 80 min, 2016
Director: Clare Weiskopf
Guión: Gustavo Vasco, Clare Weiskopf, Nicolas van Hemelryck
Género: Documental/ drama.
Música: Camilo Sanabria
Fotografía: Nicolas van Hemelryck
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