Morír con hambre no es lo mismo que morír de hambre. Lo primero es una renuncia conciente, basada en ideas más o menos fundamentadas; lo segundo es una desquiciada manera de aborrecer esta existencia y no comer (por carencia o política) asfixiando lo biologico que hay en nosotros. De estos últimos hay muchos. Y como en la múltitud no hay sabiduría (y la sabiduría morirá con el pueblo) soy de los primeros, de aquellos que rechazan la insaciable glotonería de este mundo y su mezquina administración. ¿Homo homini lupus? No. El hombre es lobo y cazador tambien. Ni Hobbes, Ni Rousseau, ni Smith, tenián razón, porque aun no divisaban la era técnica, industrial, de masificación, de elaboración de pobres, de “cosificación”.
Si la historia nos ha conducido hasta este capitalismo canibal del yo o tú, ha sido por un error. La invención del dinero y la maquinaria del comercio no producido sino números. Y no puede producir más. Es esa su esterilidad. El primero que dijo: “esto es mío” y buscó como legalizar aquella pretensión, fue el verdadero inventor de la civilización moderna. La tierra madre, quien nos enseña con el ejemplo, produce todos los días, sin escarmiento, alimento para más de 7.000 millones de personas en el mundo, sin importar raza o credo.
El único que guarda carne, trigo y agua para comerciar es el hombre. De ahí viene la raíz de los males contemporaneos.
¿Morír de hambre o morír con hambre? He ahí la cuestión.
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